Nicolás Baverez
En definitiva, el señor Baverez puede pasar, al igual que nosotros, por una suerte de liberalista-intervencionista, más o menos como Blair. Además, y también como nosotros, tiene pinta de ser un eurocabreado, lo cual, como no puede ser menos, nos encanta.
Como ya hemos dicho, y hecho, en más de una ocasión, debido a los roñosos del ABC, aquí está la entrevista. Para que todo el mundo la disfrute.
Por José Manuel Costa, en ABC 2005 ene 02
Nicolas Baverez es un francés algo atípico. Tanto, que no tiene mayor empacho en pronunciar una conferencia en inglés cuando va a hablar sobre la, según su libro «La France qui tombe», imparable decadencia de su país. Así lo hizo hace pocos días en la Universidad San Pablo CEU en el marco de la serie de conferencias organizadas por la Fundación Faes con motivo del 15 aniversario de la caída del Muro de Berlín. En este ciclo, organizado por la ex ministra Ana Palacio bajo el título «La Revolución de la Libertad» intervendrán, entre otros, Francis Fukuyama, Helmut Kohl, Vaclav Havel, George Shultz, Richard Perle o Mario Vargas Llosa. Baverez conversó con ABC poco antes de su conferencia, una de las primeras del ciclo, y a juzgar por lo voluminoso de su carpeta y apuntes no parecía considerar la ocasión como un simple compromiso.
Se trata de un hombre afable, ligeramente nervioso, quizás porque el impacto de su libro en Francia ha sido tal que ha rebasado cualquier expectativa. Hasta el primer ministro francés hubo de salir a contradecirle para no dar la impresión de que aceptaba un veredicto que venía a resumirse en una brutal crítica de la clase política francesa y auguraba un aumento de los extremismos si no se tomaban medidas drásticas, una «terapia de shock».
Francia no es el único país que ha tenido problemas. Si uno observa a los Estados Unidos a mediados de los setenta, teníamos una situación muy mala, con problemas institucionales como el Watergate, una economía asentada en la «stagflación», gran desempleo con gran inflación y escaso crecimiento. Problemas diplomáticos y estratégicos... Si miras al Reino Unido, estuvo decayendo durante prácticamente treinta años y llegó a un estado tan delirante que cuando Thatcher intentó re-desarrollar el país se encontró casi con un ambiente de guerra civil.
-El crecimiento de Francia y Alemania fue impulsado por un consenso económico-social que ahora cuesta redefinir. Sin embargo, en Alemania, incluso antes de que el Estado tomara cartas en el asunto, las empresas y los trabajadores impulsaron reformas en diferentes sectores.
-Por supuesto, Francia y Alemania tuvieron mucho éxito después de la Segunda Guerra Mundial, así que les resulta más difícil moverse. España, por ejemplo, era un caso muy distinto. En cierto modo tenía una situación marginal en Europa y un desarrollo separado, de modo que, cuando España se integró en Europa, se dio un enorme movimiento de modernización... En Alemania tiene usted razón, incluso antes de la «Agenda 2010» existían esfuerzos por parte de las compañías y de los sindicatos para modernizar determinados aspectos. Ahora Schröder, mejor o peor, trata de llevar adelante verdaderas reformas.
-¿Hasta qué punto existe una fórmula universal para la modernización, como predica cada escuela de política económica?
En Francia tenemos el primer factor, con la gente muy descontenta de cómo va el país, pero no tenemos ningún proyecto alternativo, ni en la izquierda ni en la derecha, y tampoco tenemos un liderazgo fuerte.
Por eso estamos en una situación difícil, porque la gente está enfadada y eso crea un peligro para las democracias porque deja un amplio espacio para los extremistas y para la violencia social.
En Alemania, España y el Reino Unido, tan diferentes como son, se han dado condiciones similares, como es una generación de nuevos líderes. Estos líderes han sido capaces de tomar riesgos para hacer lo que consideran necesario para sus países. Uno puede pensar lo que quiera sobre los señores Blair, Schröder, Aznar o ahora Zapatero, son muy diferentes en muchas cosas, pero todos están dispuesto a aceptar riesgos. En Francia, no.
-Ustedes tienen al señor Sarkozy, cuya carrera hacia la presidencia parece imparable.
-Bueno, Francia se va a plantear en el 2007, año de las elecciones presidenciales, dos cuestiones: si seremos capaces de tener un cambio en la generación de líderes y, en segundo lugar, si vamos a tener un verdadero proyecto de modernización, desde la izquierda o desde la derecha.
-Regresemos a Europa... ¿Ha dicho usted que la Unión Europea es un marco inadecuado para impulsar reformas?
-Cada país es diferente, especialmente en Europa. Por ejemplo, la actitud ante el riesgo es totalmente distinta en Francia o en el Reino Unido. En el Reino Unido tenemos una sociedad muy democrática en lo político pero terriblemente clasista en lo social. Y en cambio en Francia tenemos una sociedad muy igualitaria en la que no existe aristocracia, pero con un déficit democrático enorme porque el estado es demasiado omnipresente y hay muy pocos controles y equilibrios entre las instituciones. Si quieres hacer una reforma de las estructuras sociales y económicas, hay que tener muy en cuenta esas historias diferentes.
-¿Francia como freno a la evolución europea?
-Bueno, debo insistir en que Europa no es el marco adecuado para afrontar este problema. Ese sería el camino equivocado. En Francia somos incapaces de hablar de nuestro mercado de trabajo, así que hablamos de una Europa Social. No somos capaces de discutir sobre nuestras instituciones y la figura del presidente y hablamos entonces sobre los problemas de la democracia en la Unión Europea. Europa acaba convirtiéndose en una coartada. Es un error creer que con la globalización morirán las identidades nacionales, es justo al contrario. Cuanto más globalizas, más fuertes son las identidades y cuanto más globalizas más necesitarás regulaciones específicas, que serán diferentes para cada país, aunque coherentes con la situación internacional de una sociedad y una economía abiertas.
-La deuda pública francesa pesa como una losa...
-La situación está muy clara, el último superávit del sector público tuvo lugar en 1974. Eso quiere decir que hemos tenido 30 años de déficit y la deuda pública creció del 20% del PIB en 1980 al 65% hoy en día... Y esto son sólo las cifras oficiales, sin contar los planes de jubilación para parte del sector público... En resumidas cuentas, es una ficción proceder a una redistribución de la riqueza basándola en el déficit publico como si éste pudiera ser eterno... Esto significa que los ingresos y los servicios de los franceses de hoy serán financiados por sus hijos y nietos... Esto es una locura, un sistema de desarrollo insostenible.
-Sin embargo, uno de los problemas a los que se enfrenta la gente hoy en día es a la inseguridad ante la globalización... ¿Qué papel cumple ahí el Estado?
-Pienso que en estas sociedades y economías abiertas se corren riesgos muy grandes y que la gente debe sentirse respaldada por un estado fuerte. Por eso es tan importante no estar en bancarrota, porque en un momento malo tienes que ser capaz de maniobrar... Cuanto más globalización, son necesarias políticas públicas más eficientes y gobiernos que sean capaces de llevar a cabo el consenso ciudadano durante un plazo de tiempo.
-Permítame que regrese de nuevo al tema europeo, aunque sea sólo porque una parte del presupuesto invertido en los países de la Unión viene de Bruselas.
-¿También en política de defensa?
Por eso creo que los antiguos debates sobre la OTAN ya no son pertinentes. Si, como en Irak, algún país decide acudir, ésa es su decisión, pero no entra dentro de los objetivos propios de la defensa europea.
-¿Y qué opina sobre ese pozo sin fondo que es la política agraria europea?
- Según todo lo anterior, ¿qué le parece el trayecto de España en estos años de democracia?
-En España lo que se ha producido es un continuo proceso de modernización en todos estos años de democracia a una velocidad enorme. Desde un punto de vista histórico no creo que se distinga mucho entre González, Aznar o Zapatero, sino que se puede hablar de un proceso continuo e impresionante de modernización del país.
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